Gracias a la colaboración del área de Animación Comunitaria de Cáritas Salamanca que desarrolla su labor en la zona de Tejares – Chamberí, conversamos con Cristobal y Lorena: dos académicos de la Universidad de Málaga que se han desplazado hasta nuestra ciudad para estudiar la forma de expresarse de los habitantes de barrios en contexto de exclusión social.
Cristobal Ruiz Román y Lorena Molina Cuesta, docentes de la Universidad de Málaga e investigadores dedicados al ámbito de la educación y la desventaja social, visitaron recientemente nuestra ciudad para realizar un estudio en el barrio de Los Alambres (un suburbio ubicado entre Chamberí, el Arrabal y Vistahermosa), elegido para ser parte de “Voces que no(s) cuentan”; un análisis de barrios españoles en contexto de exclusión social impulsado por la Fundación FOESSA.
Este estudio se enfoca en tres aspectos fundamentales desde la experiencia de la gente: primero, cómo ellos viven la exclusión y la marginación social; como segunda cuestión, cuáles son las herramientas individuales y comunitarias para el empoderamiento y la resiliencia; y por último, conocer el proceso de acompañamiento para fomentar la inclusión social de estas personas.
El lenguaje de la exclusión
En ese sentido, la investigación busca conocer las expresiones y metáforas que se utilizan en ciertos barrios para entender la exclusión desde dimensiones que el lenguaje académico no logra abordar. Según señalan los investigadores, mientras que en el ámbito académico se habla de “factores de riesgo” o “exclusógenos”, en los barrios las personas suelen describir su experiencia con términos como ‘muros’, que representan barreras sociales difíciles de superar, tales como el paro, la droga o la cárcel.
“Estas metáforas nos permiten comprender el dolor, la parálisis y la falta de horizonte que experimentan, lo que nos ayuda a entender por qué algunas personas parecen inmóviles: no es falta de voluntad, sino que están atrapadas frente a muros que las han herido repetidamente. Esto nos da una visión más humana y profunda de la exclusión social”, relata el docente sobre algunas observaciones preliminares del proceso.
Siguiendo esa misma línea, los investigadores destacan entre los primeros análisis, el uso de la palabra “vida” como una expresión recurrente y transversal. La mayoría de las veces, la vida relacionada a lo difícil que es enfrentarla día a día, y también ligada a la muerte. “Al final lo que te están hablando es del derecho a la vida y la dignidad humana. Cuando dicen ‘me asfixio’, esa sensación de asfixia, de falta de aire, es una sensación de que me falta la vida y que mi vida está siendo difícil”, señala Ruiz.
Al mismo tiempo, los académicos han podido relacionar este concepto de vida a un factor de esperanza, donde espacios de apoyo y contención se transforman en un aliento a seguir viviendo. Señalando al trabajo que Cáritas Salamanca hace en en el Trastormes, Cristóbal explica: “El centro sociocomunitario La Inmaculada es el alma del barrio, entendiéndose como un soplo de vida donde se desahogan y al mismo tiempo cogen aire”.
Barreras sociales y físicas
Un punto importante que han considerado los académicos a lo largo del estudio en los diversos barrios, son las que llaman “barreras urbanísticas intencionadas” que se han creado al momento de organizar las ciudades. Ríos o autovías, han formado separaciones no sólo físicas, sino que también sociales, simbolizando la exclusión y falta de oportunidades. “Hay una intención urbanística en hacer una ciudad expuesta. Una parte de la ciudad que está abierta, que es un escaparate y acoge al visitante, y después una parte de la ciudad, que son las partes de atrás de la ciudad, que están normalmente ocultas. Una trastienda en la que hay gente trabajando, algunas personas empobrecidas con trabajos muy precarios, reflejando una sociedad de consumo donde unos consumen y otros son consumidos”.
Al referirse sobre las diferencias que han percibido entre los barrios estudiados, los académicos recalcan el concepto de esperanza. Mientras en algunos barrios las personas expresan ilusión de poder superar su situación actual, existen otros territorios donde se experimenta lo que llaman “desesperanza crónica”, donde no existen expectativas de un cambio.
Esperanza frente al abandono
Aunque las condiciones sociales varían según la región, lo que une a estos barrios es la exclusión social, y la sensación de abandono por parte de las administraciones, lo que implica un empobrecimiento estructural de los habitantes, quienes se sienten desposeídos de su poder y oportunidades. La idea de “abandonado” está relacionada con la pérdida de poder, y esta realidad de “empobrecimiento” refleja cómo las personas son empujadas a la pobreza por el sistema, no por una condición natural.
Al mismo tiempo, y a pesar de encontrar algunos escenarios sociales desfavorables, los académicos resaltan la importancia de entidades como Cáritas, que aportan en el avance de la inclusión social a través de la idea de “puertas abiertas”; concepto que reconocen y repiten los habitantes de los distintos barrios. Esta noción se relaciona directamente con las oportunidades, y cómo estas instituciones acompañan los procesos de las personas de una manera integral, pensando en sus necesidades.
Si bien se pudiese pensar que lo anterior debe ser la dirección correcta en la búsqueda de la inclusión social, las políticas y actitudes de las instituciones públicas hacia las personas en situación de exclusión pueden perpetuar la pobreza y la desigualdad, en lugar de transformarlas. “La exclusión es una situación material, pero también una situación simbólica que se mantiene y reproduce muchas veces a través de las propias instituciones sociales”, señala Ruiz.
Frente a lo anterior, según el investigador, surgen elementos individuales y comunitarios de articulación que responden a estas complejas situaciones, destacando la expresión “La unión hace la fuerza” como un motor de solidaridad entre la comunidad, entendiendo la vida como una constante lucha. “La lucha habla de la vida como una guerra, porque la lucha te lleva a la raíz semántica de la guerra y todo lo que eso significa. Tener heridas, sufrir heridas, luchar contra el enemigo; todas estas ideas nos vienen bien para que los profesionales pensemos hacia donde hay que mirar”.