Tras declararse el Estado de Alarma, Cáritas reorganizó su trabajo y se coordinó con el Ayuntamiento y otras entidades para no dejar a ninguna persona ni familia sin atención. Un ejemplo de lo que la Iglesia está haciendo ante esta crisis es el hogar que se ha habilitado en la casa de las religiosas de los Sagrados Corazones.
El hogar de los Sagrados Corazones, en la avenida de la Merced, abrió sus puertas junto con Cáritas Diocesana de Salamanca y en coordinación con el Ayuntamiento en la primera semana de confinamiento, aunque la primera familia llegó el pasado 16 de abril. Actualmente viven 6 familias monoparentales, que se han visto obligadas a enfrentarse a situaciones muy complicadas por diferentes circunstancias. Se trata de un espacio reservado para familias que se encontraban en viviendas que no cumplían con unas condiciones dignas de habitabilidad: hacinamiento, infraviviendas… O familias que no pueden hacer frente al pago del alquiler. Al grupo de madres, que conviven con las religiosas hay que sumar ocho hijos, de edades entre 15 meses y 17 años. El trabajo de acompañamiento, se realiza de forma conjunta y multidisciplinar, con las Hermanas de los Sagrados Corazones, el Ayuntamiento y el equipo de infancia y familias de Cáritas Diocesana de Salamanca.
Las hermanas de los Sagrados Corazones velan porque estas familias se sientan acogidas, como en su casa y también escuchadas. “La empatía es muy importante, ya no solo es darles un recurso social, sino empatizar con sus sentimientos, entender que son madres, que buscan lo mismo que yo busco… nos encontramos en la vulnerabilidad, en la pequeñez y las fortalezas, y es muy bonito compartir todo eso”. Afirma Mercedes Bayo, religiosa de los Sagrados Corazones.
Este es un ejemplo más del compromiso continuado de la Iglesia en favor de los más pobres y excluidos y, de manera muy especial en este momento de pandemia provocada por el COVID 19.