Nuestra Cáritas está compuesta por personas que tienen una historia de vida que contar; hilos que conectan vivencias y experiencias de participantes, trabajadores y voluntarios que nos cuentan sobre sus sueños y anhelos, en su búsqueda de un crecimiento personal y una sociedad más justa y solidaria. Historias como la de Yaroslava Mykhaylyuk.
A poco más de 2.500 kilómetros de Salamanca se encuentra Leópolis; una ciudad al oeste de Ucrania, que ha sido históricamente un refugio para desplazados internos y sede temporal de embajadas debido a su relativa seguridad en comparación con otras regiones del país. Es el origen que nuestra entrevistada. Tras pasar por una difícil situación económica, Yaroslava tomó la oportunidad de migrar a España hace 23 años, sin saber de la cultura ni el idioma, sólo con la esperanza de empezar una nueva y mejor vida.
A su llegada, tuvo que esforzarse mucho para aprender castellano y conseguir un empleo. El apoyo de entidades como Cáritas Salamanca fue clave para establecerse en nuestro país, ya que le permitió conseguir un permiso de residencia y trabajo. Desde ese momento, comenzó a trabajar como empleada de hogar atendiendo a personas mayores y niños, mejorando así su situación.
Hoy, Yaroslava valora sus decisiones: “Mi vida ha mejorado mucho, tanto en el ámbito económico, como moralmente; estoy muy bien. Al principio, la gente no valoraba este trabajo como algo serio, pero cada vez vamos a una mejor situación y la gente pedirá más ayuda de nosotras. Yo soy farmacéutica de profesión, pero sigo como empleada de hogar y no me arrepiento; estoy contenta con el trabajo que hago”, afirma con seguridad.
Si bien, Yaroslava siente a España como su segunda patria, extraña mucho su país. Allí aún viven sus hijos y nietos, y la incertidumbre de la guerra y la enorme cantidad de refugiados ucranianos repartidos por el mundo, le producen una enorme tristeza. Es por eso que, a través de un contacto de confianza, envía dinero a su país para comprar comida y ropa a los soldados del frente. “Ayudo como puedo”, nos declara apenada.
A pesar de la difícil situación que atraviesa su país natal, está convencida de que Ucrania ganará la guerra, y la paz llegará muy pronto: “Ucrania seguirá adelante”, afirma con determinación. Además, quiere lanzar un mensaje de esperanza a todas las personas que atraviesan un momento vital difícil: “Adelante; con fuerza y ganas, se puede conseguir cualquier cosa”.
Hoy, por primera vez en 23 años de trabajo, Yaroslava se encuentra en paro, pero esto no la desanima a continuar. “Si no me sale trabajo pronto me volveré a Leópolis, que es una zona segura del país. Allí puedo llevar una vida normal, cerca de mi familia”, concluye.
Su historia es un testimonio de resiliencia, esfuerzo y amor por los suyos, pero también un recordatorio de que, incluso en tiempos difíciles, la solidaridad y la determinación pueden abrir nuevos caminos a personas como ella. Su mensaje es claro: con valentía y esperanza, siempre es posible construir un mañana mejor.
Una crónica de Rafaella Zuleta, voluntaria de Cáritas Salamanca.
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