MEMORIAS DE VIDA: La superación como bandera de lucha

Hablar de salud mental hoy se ha vuelto muy importante. Vemos cómo distintos trastornos afectan a nuestra sociedad y nos enfrentan a desafíos comunes. Pero, ¿nos preocupamos de entender qué hay detrás de esos diagnósticos? ¿Nos paramos a conocer esas vidas? En esta nueva entrevista de ‘Memorias de vida’ a cargo de nuestra voluntaria Rafaella Zuleta, conversamos con Orfelina; una mujer que migró desde República Dominicana y es participante del Centro de Salud Mental Ranquines.

Interrumpimos uno de los talleres donde se juntan las mujeres participantes de Ranquines, para conversar con Orfelina. Ella participa en todos los talleres que el Centro de Salud Mental de Cáritas ofrece, y los define como un espacio de aprendizaje. “Gracias a los talleres de Ranquines he mejorado bastante, porque te ayudan para hablar de tu vida y ver cómo realmente te sientes con los demás compañeros”, nos cuenta con un tono de voz calmado y amable.

Sin embargo, su llegada a Europa no fue tan tranquila como hubiese querido. En 2016, tras salir de su país y vivir un tiempo en Honduras, logró aterrizar en España, sólo con su maleta y la dirección de un amigo. Al tiempo de su llegada, tuvo episodios importantes de violencia con una pareja, lo que la llevó a tener problemas judiciales que comprometían su permanencia en el país y sus papeles legales.

Como consecuencia de los altercados con su pareja, y el hecho de enfrentarse a un juicio, en Orfelina se comenzaron a desencadenar problemas de salud mental. Fue así, como en 2018 entró  en el centro Ranquines, donde la ayudaron a comenzar un tratamiento médico. “Estaba muy inquieta, escuchaba voces, no comía ni dormía bien. Me levantaba por las noches a tomar agua, no podía dormir, porque yo nunca había ido a un juicio. Así que me llevaron a un psiquiatra. Dijo que ‘loca, loca’ no estaba, pero necesitaba medicación para llevar el proceso”.

Según la Confederación de Salud Mental de España, 450 millones de personas en todo el mundo se ven afectadas por un problema de salud mental que dificulta gravemente su vida. El Proyecto Ranquines de Cáritas Salamanca justamente acompaña de manera integral a personas pertenecientes a esta preocupante cifra.

“No es fácil”, nos repite Orfelina durante la conversación. Y es que ha tenido que enfrentar diferentes dificultades, pero reconoce y agradece todo el apoyo que ha recibido, especialmente del Centro de Día. “En los talleres te educan tanto que te sientes en familia, más acompañada. Expresas tus emociones, tus sueños y todo lo que uno quiere en la vida. Han hecho un trabajo en mí, que no lo iba a tener nunca en mi vida. Es como cuando agarras una planta y la siembras con la raíz; empiezan a fluir hojas, a echar flores y crece, crece hasta dar frutos. Así es Ranquines para mí”, expresa con agradecimiento.

La sociedad y el futuro

Si bien hoy hablamos mucho más sobre salud mental que hace cinco o diez años, como sociedad nos queda mucho por avanzar. La inclusión se vuelve esencial para formar comunidades felices, sanas y empáticas, donde la buena convivencia sea un pilar fundamental.

Para Orfelina no ha sido fácil lidiar con quienes no comprenden las diferencias entre unos y otros. “Cuando yo estaba mal, la gente se reía y se burlaba de mí. He recibido rechazo en distintas partes, pero mi corazón no. Lo que hago es cerrar mi puerta, escuchar música cristiana y olvidarme de lo que me dicen”, nos cuenta un tanto melancólica.

Pero hoy Orfelina se ve tranquila, con esperanzas de un futuro mejor junto a sus hijos, poniendo por delante el amor propio y el que tiene hacia su familia. “Me volví a querer, porque tengo a mis hijos, nietos y hermanos. A lo que yo vine no es a dañar a nadie ni que me dañen a mí. Estoy totalmente renovada, pero con medicación. Es un desafío que tienes en tu cuerpo y mente, y decir ‘¡Lo voy a lograr!’. Esta situación no puede acabar conmigo, tengo que hacer las cosas bien”, expresa con convicción y esperanza.