MEMORIAS DE VIDA: La esperanza de un nuevo comienzo

Nuestra Cáritas está compuesta por personas que tienen una historia de vida que contar; hilos que conectan vivencias y experiencias de participantes, trabajadores y voluntarios que nos cuentan sobre sus sueños y anhelos, en su búsqueda de un crecimiento personal y una sociedad más justa y solidaria.

Daniel, nuestro entrevistado (nombre ficticio para resguardar su identidad) se encuentra en pleno proceso de recuperación personal en el Centro de Día, tratamiento y prevención de Drogodependencias de Cáritas Salamanca. Un espacio de intervención terapéutica a través de distintos programas de atención individualizada o grupal, para personas con problemas de drogas y sus familiares.

Llega al encuentro poco nervioso, diciéndonos que no es bueno para esto, pero que lo intentará. Una vez se enciende la grabadora, comenzamos a escuchar un relato de vida claro, sin dudas ni pausas. Si existía ese Daniel tímido para contar su historia, nosotros no lo conocimos.

Desde niño se crio con sus abuelos, porque a los 14 meses de vida sus padres entraron a prisión durante casi una década. A temprana edad, comenzó a vivir en un ambiente de delincuencia y drogas de todo tipo, lo que finalmente llevó a que, teniendo sólo 21 años, ya estuviera en la cárcel.

Fue en ese mismo sitio donde se dio cuenta del daño que había hecho, y conoció a Cáritas, que considera “un rescate” para el momento que estaba pasando. “Me han enseñado habilidades sociales, cognitivas, deporte. Yo era agresivo, impulsivo, y ahora soy más calmado y veo el mundo de otra manera”, asegura con perseverancia.

Desde hace meses participa en el taller de huerto, organizado por el Centro de Día de drogodependencias. Un proyecto que le ha permitido adquirir conocimientos en este ámbito y le ayuda a prepararse para la reinserción a la sociedad. Además, este lugar le ha abierto las miradas sobre el mundo, conociendo nuevas culturas a través de compañeros extranjeros, aprendiendo de sus experiencias y comprendiendo que existen oportunidades alejadas de las drogas.

Hoy, lo que más ansía es desarrollar sus ideas como creador de música y tener un trabajo que le guste y permita vivir tranquilo. “Apenas tenga un piso, me monto un estudio de música. También quiero hacer un curso de hostelería, jardinería y mecánica; formarme todo lo que pueda para el futuro. Tengo 26 años, así que, de aquí a los 30, mira todo el trabajo que voy a tener por delante” afirma ilusionado.

Lecciones de vida

A pesar de la adversidad que ha tenido que vivir, en este tiempo Daniel ha podido reconocer el daño que puede causar a su entorno el vivir en adicción. “Hay que saber aprovechar la vida, no andarse con tonterías de alcohol y fiestas, porque eso pasará. Hasta que ‘ves las orejas al lobo’. No te das cuenta del daño que le haces a tus padres, a la familia y el daño que te haces a ti”, concluye.

En ese mismo sentido, el joven reitera la idea de la importancia de quererse y saber el valor de cada uno. “Nos encerramos en una mentalidad producida por la sociedad, que te lleva a ser muy crítico contigo. Pensar que no valemos nada y, en realidad, valemos muchísimo. Cada persona tiene sus cualidades; con estudios o no, todo el mundo tiene algo especial. También te tienes que dar caricias tú, diciéndote que vales mucho”.

Con la premisa del cariño y amor, Daniel también valora la importancia de los entornos y lazos que tienes en la vida. “A los niños y jóvenes les diría que estudien, sigan adelante con sus hobbies, sueños y metas. Cuando eres joven no ves tan claras las cosas, pero es importante querer y respetar a los padres; crear vínculos de amistad sanos. Y si necesitan ayuda, pídanla cuanto antes, no se callen, porque esa oportunidad puede cambiar sus vidas”.

Una crónica de Rafaella Zuleta, voluntaria de Cáritas Salamanca.