El cierre de los centros escolares de la región por el estado de alarma no ha significado lo mismo para todos los estudiantes. Si las clases y deberes a través de internet han supuesto un reto para profesores, padres y alumnos, en el caso de las familias más vulnerables éste ha sido aún mayor. Las once diócesis de la comunidad (Astorga, Ávila, Burgos, Ciudad Rodrigo, León, Osma-Soria, Palencia, Salamanca, Segovia, Valladolid y Zamora) han atendido desde el 16 de marzo a más de 1400 menores y jóvenes mediante seguimientos individualizados.
Aunque en el 80% de los casos la atención ha sido telefónica, también se ha acompañado presencialmente en situaciones familiares para facilitar material escolar y apoyos educativos. Otra de las áreas de trabajo de los programas de Infancia de Cáritas en Castilla y León ha sido la coordinación con los centros escolares, facilitando la comunicación y seguimiento, con los que también se desarrolla un trabajo conjunto en circunstancias ordinarias.
Entre las intervenciones más frecuentes se encuentra la preparación de materiales. En muchos casos, las familias a las que se atiende carecen de equipos informáticos o conexión a internet, o bien tienen que compartirlo entre varias personas. En este caso, desde los centros de atención a la infancia se imprimen y reparten las tareas, para hacérselo llegar a los menores facilitando la comunicación directa con los colegios.
Una vez adoptadas medidas para disminuir la llamada «brecha digital» (desigualdad en el acceso a las nuevas tecnologías), como la compra de tarjetas SIM, desde Cáritas también se ha intermediado para que sus participantes tengan acceso a ellas. En este sentido, también se ha agravado la desigualdad educativa en aquellos casos en los que los padres carecen de preparación, de recursos o de tiempo para ayudar a sus hijos con las tareas, especialmente grave cuando en ocasiones desconocen el idioma, o no pueden conciliar el trabajo con las exigencias familiares o carecen de una red de apoyo que les respalde.
Por tipología de la intervención, han tenido un peso relevante las dedicadas a ofrecer apoyo psicológico –tanto a los menores como a sus padres-, con varias llamadas telefónicas semanales, con las que se trata de reducir el impacto emocional del aislamiento y reconducir los posibles conflictos familiares. En el caso de los estudiantes que se encontraban preparando las pruebas libres de acceso a la ESO se han ofrecido clases vía telemática.
Las familias con hijos, especialmente las monoparentales y las numerosas, son uno de los colectivos más proclives a caer en situaciones de pobreza, tal y como ha denunciado Cáritas en numerosas ocasiones, la última de ellas en el VIII Informe FOESSA publicado el pasado año. En el mismo sentido, desde esta institución se recuerdan las palabras del Papa Francisco, que en enero publicó un libro titulado Los niños son esperanza: «Cada vez que un niño es abandonado y un anciano marginado, se realiza no sólo un acto de injusticia, sino que se ratifica también el fracaso de esa sociedad».
RESPUESTAS PARA FRENAR LA DESIGUALDAD EDUCATIVA
A través de sus programas específicas de Infancia, Juventud y Familia, Cáritas acompaña anualmente a las 25.644 familias en toda España. La situación de emergencia sanitaria y social generada por la Covid-19 ha obligado a las 70 Cáritas Diocesana de todo el país a reforzar el acompañamiento a las familias vulnerables con acciones específicas y seguimientos telefónicos individualizados para apoyar la labor del profesorado en coordinación con los centros educativos. Se facilitan, además, lotes de material escolar para aquellas familias que lo demandan.
Además de refuerzo educativo a las familias, los equipos diocesanos están facilitando también apoyo emocional y de escucha, y oferta de ocio saludable en el tiempo libre dentro del hogar con objeto de acompañar a los padres en su responsabilidad y poder liberar de la presión a las familias que, por trabajo u otros motivos, no puedan pasar tanto tiempo con sus hijos e hijas como les gustaría. Esta crisis está poniendo sobre la mesa la importancia de acompañar a las familias para garantizar que los niños y adolescentes puedan mantener ciertos hábitos y rutinas cotidianas necesarias en sus procesos educativos y de autonomía, impulsando con ellos nuevas formas de aprendizaje con el objetivo de “aprender a aprender”.
QUÉ PROPONE CÁRITAS
Cáritas entiende que para fomentar el desarrollo y aprendizaje las prioridades no solo deberían centrarse en los contenidos curriculares, sino también en otro tipo de aprendizajes, como son la gestión de las emociones, la generación de un pensamiento crítico y el desarrollo de diferentes habilidades sociales, como la empatía, la capacidad de adaptación o la resolución de conflictos. Se trata, en definitiva, de humanizar la escuela y no llenarla únicamente de contenido académico. Para ello, son fundamentales aquellas medidas que permitan que todo el alumnado pueda continuar en el sistema educativo con las máximas garantías e igualdad de oportunidades, abogando por la gratuidad real y efectiva de este derecho en la educación obligatoria. Urge, asimismo, reforzar el actual sistema de becas para al alumnado de todos los cursos, incluido el universitario, poniendo el acento no tanto en el rendimiento académico como en la realidad socioeconómica de los sustentadores. Esto incluye la continuidad con las medidas de comedores escolares para asegurar una alimentación equilibrada, sobre todo en el caso de las familias más vulnerables y que están teniendo muchas dificultades para garantizar ese sustento regular básico.
Esa crisis pone sobre la mesa la necesidad inaplazable de un pacto de estado por la educación, que garantice un mismo currículo académico para todos los alumnos durante la escolarización obligatoria u que posponga los itinerarios diferenciados hasta las etapas postobligatorias, de tal forma que se puedan unificar esfuerzos y recursos en pro de un mismo objetivo para paliar las desigualdades educativas.