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La campaña «Si Cuidas el Planeta, Combates la Pobreza» exhorta a los poderes públicos a no poner los beneficios económicos por encima de las personas

1 septiembre, 2017

Durante los meses de septiembre y octubre, las acciones de sensibilización de la Campaña se centrarán en el punto 7 del Decálogo Verde, que anima a «no supeditar nuestra acción a los interesen económicos»

A lo largo de los meses de septiembre y octubre, la Campaña SI CUIDAS EL PLANETA, COMBATES LA POBREZA pone en marcha un nuevo ciclo bimestral de sensibilización, que en esta ocasión aborda el punto 7 de su Decálogo Verde, que propone «No supeditarás tu acción a los intereses económicos».

En esta nueva etapa del calendario de sensibilización, que comienza justamente cuando se celebra la II Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, las entidades promotoras de la Campaña –Cáritas, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y REDES (Red de Entidades para el Desarrollo Solidario)—, vuelven a inspirarse en la encíclica Laudato Si´ del papa Francisco, donde se señala que «la política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia. Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana» (LS 189).

En este séptimo principio, la campaña anima a todos a “constituirnos en voces que claman a los que detentan el poder de decisión en la política y en la economía, con el que orientan, fijan y condicionan en gran medida nuestro vivir”.

Para ello, las entidades se dirigen a quienes ejercen el poder en los distintos niveles de la política, la economía, la ciencia y la técnica para exhortarles «a que regresen siempre, en su toma de decisiones, a su nivel y condición de personas y ciudadanos normales, que se despojen de la impersonalidad que supone mirar desde arriba para no perder de vista la perspectiva de lo común».

De manera concreta, Cáritas, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y REDES invitan a los poderes públicos a evitar una visión y práctica distorsionada de la economía, en la que prime la maximización de beneficios a corto plazo y la economía financiera sobre la economía real. Y los insta a corregir una situación donde el interés económico prevalezca sobre el bien común y las finanzas ahoguen a la economía real.

A este respecto, se recuerda que «los creyentes miramos en Jesucristo el camino a seguir para una comprensión cristiana de la realidad, porque a pesar de que “todo  fue creado por Él y para Él” (Col 1,16) se abajó hasta los pies de los más pequeños para vernos y servirnos desde ahí».

En el marco del punto 7 del Decálogo, la Campaña apuesta por superar, como recoge en Laudato Si´, el paradigma tecno-económico imperante para recuperar una economía al servicio del ser humano y respetuosa con la creación, una ecología económica capaz de obligar a considerar la realidad de manera más amplia.

Las entidades promotoras de la Campaña recuerdan que en este sistema desorientado donde se suceden las crisis económicas surgen en cada una de ellas, como reacción a sus consecuencias y efectos nunca controlados, voces que apuntan soluciones que no se atienden. Por ello, se anima a que todos, y especialmente quienes ejercen el poder político y económico, miremos la realidad con la mirada de los otros, que es «una mirada humilde que mira desde abajo».

VOCES QUE CLAMAN

Entre los habituales materiales de reflexión preparados para desarrollar el contenido de cada punto del Decálogo Verde, en esta ocasión se aporta el testimonio de Armindo Goes, miembro del pueblo Yanomami de Brasil.

«Cuando nosotros dividimos la tierra –afirma—, no existe pobre, rico, clase alta, clase baja, ni ninguna clase, no existe clasificación en nuestro contexto cultural. En la Amazonía,  la riqueza no es solamente en recursos vegetales, recursos naturales; existen conocimientos, cultura, lenguas diversas, y que nosotros construimos conocimiento».

Armindo denuncia el impacto que sobre esa visión de la riqueza tienen «las actividades de extractivismo, que tiene que ver con la explotación ilegal en las tierras indígenas, el petróleo, el agronegocio que avanzan cada vez más». «Yo creo –añade— que esas no son actividades que van a traer la vida digna para los pueblos indígenas de este país».

Junto a este relato, otro de los elementos de reflexión que propone la Campaña es la experiencia de Economía de Comunión (EdC), que fue impulsada por Chiara Lubich, la fundadora del Movimiento de los Focolares, en mayo de 1991, cuando acababa de caer el muro de Berlín y estaban comenzando los grandes cambios que nos han conducido a este capitalismo del siglo XXI, que plantea retos hasta ahora desconocidos.

A la vista del enorme contraste entre el centro de la ciudad de Sao Paulo (Brasil) y las favelas que lo rodeaban como una corona de espinas, escuchó el grito de las víctimas de un sistema económico capaz de generar mucha riqueza, pero absolutamente incapaz de compartir con los más necesitados. Sintió la urgencia de dar una respuesta a esa situación y lo hizo lanzando un desafío radical al corazón del sistema económico: la empresa.

Su propuesta consistía en crear empresas que compitieran libremente en el mercado y obtuvieran beneficios, pero que los destinaran a luchar contra la miseria y la exclusión, así como a desarrollar y difundir una nueva cultura económica abierta al don gratuito, a la reciprocidad, a la comunión.

Aunque son empresas “normales” y al mismo tiempo “diferentes”, cuestionan radicalmente la forma de obtención de los beneficios empresariales e incluso la propia naturaleza de los mismos, ya que su objetivo primario no es la maximización del beneficio sino la creación de riqueza para compartir, para aliviar diferentes pobrezas. Empresas que son “agentes de comunión”, según la definición dad por el papa Francisco en febrero.

La experiencia de las más de mil empresas y miles de personas que han dado vida al proyecto durante estos 26 años en diferentes campos muestra que a la economía le sienta muy bien ir de la mano de la comunión, para no perder su humanidad ni su vocación originaria y profunda como oikonomia, orientada al buen gobierno de la casa común. El proyecto es todavía pequeño –mil empresas no son nada en comparación con la inmensidad del mundo empresarial— pero suficiente para mostrar que es algo más que una utopía.

¿QUÉ PUEDES HACER (O DEJAR DE HACER)?

En el apartado de propuestas de vida vinculadas al punto 7 del Decálogo Verde, para los dos próximos meses se señalan varias sugerencias:

1. Párate a pensar, no tengas miedo, Él está contigo. No supeditarás tu acción a los intereses económicos. Pararse a pensar sobre la potencia transformadora de esta sentencia es un primer paso para cambiar nuestros comportamientos cotidianos y ponerlos al servicio de las personas y del entorno en el que comparten espacio con el resto de criaturas de la Creación. Empezar a pensar y comportarse de otra manera no es una muestra de excentricismo, rebeldía sin causa o amenaza al bienestar. Para los cristianos es simplemente seguir el camino de Jesús.

2. Reflexionar sobre si necesitamos tantas cosas materiales: ¿Tanta ropa? ¿Tantos automóviles en propiedad? ¿Tanta comida que luego acaba en la basura? ¿Necesitamos realmente sustituir un producto de consumo, simplemente porque ha pasado de moda? Liberarse de la esclavitud del consumismo puede ser un buen comienzo para conocernos mejor a nosotros mismos y preguntarnos si el consumo intensivo de cosas de usar y tirar nos hace realmente más humanos o nos pone al servicio de unos intereses económicos que nos son ajenos.

3. Desafía la lógica del pez grande se come al chico, consumiendo en los mercados locales bienes y servicios procedentes de pequeños productores locales. Sentirás la cercanía de las personas que los producen y de la tierra de la que provienen.

4. Consume productos de Comercio Justo. Hay productos como el café, el cacao, el azúcar de caña o el té, que no se producen cerca de nosotros, pero podemos adquirirlos con garantías de que se han producido respetando los derechos de las personas y el medio ambiente.

5. Únete a la banca ética. Hay otra forma de hacer finanzas, apoyando a las iniciativas de la economía real que buscan un desarrollo sostenible de las áreas donde se ubican.

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