Entre el 17 y el 24 de junio, durante la Semana de Acción Mundial de la campaña internacional “Compartiendo el Viaje” que Cáritas viene impulsando desde septiembre del año pasado bajo los auspicios del Papa Francisco, numerosas diócesis españolas reunirán a sus comunidades parroquiales en espacios públicos para celebrar una de las actividades centrales programadas para dicha Semana: compartir una comida.
Con esta propuesta, Cáritas quiere avanzar de manera real y visible en el objetivo de la Campaña, que es promover el encuentro personal entre las sociedades de acogida y las comunidades de migrantes y refugiados, compartir las circunstancias que han empujado a estas personas a emprender un viaje y descubrir de tú a tú la realidad humana de la emigración.
Compartir mesa, celebrar la diversidad
La invitación a celebrar a compartir una mesa, además de ofrecer una oportunidad de celebrar la diversidad y tomar conciencia de que todos somos parte de una humanidad, es mucho más que pasar un tiempo con otros para comer juntos.
La alimentación es una de las manifestaciones culturales más significativas de cada país y expresa cómo cada comunidad humana responde a una de sus necesidades básicas que, en el caso de los migrantes, tiene una importancia vital. De hecho, la decisión de muchas personas para salir de sus países tiene que ver con el acceso a la alimentación y a unas condiciones básicas que marcan la diferencia entre la vida o la muerte.
Como señala Francisco, “cuando somos generosos al acoger una persona y compartimos algo con ella –un poco de pan, un puesto en la casa, nuestro tiempo– no sólo no permanecemos pobres, sino que nos enriquecemos”.
“Círculos del Silencio” y comidas
Durante la Semana de Acción Mundial, numerosas Cáritas Diocesanas de todo el país van a organizar, en espacio públicos, “Círculos del Silencio” en solidaridad con los inmigrantes y refugiados, tras lo cual celebrarán una comida con ellos en la que compartirán platos y productos de sus propios países, y recetas españolas tradicionales.
Los “Círculos de Silencio”, una convocatorias que se vienen convocando periódicamente desde hace años en distintas ciudades de nuestro país, son acciones ciudadanas de solidaridad con los inmigrantes y otras realidades de vulnerabilidad, a través de las que se pretende apelar a la conciencia de quienes hacen las leyes, de quienes las aplican y de aquellos en cuyo nombre son hechas. Esta iniciativa, que comenzó en Toulouse (Francia) a finales de 2007 en el seno de una comunidad franciscana y abierta tanto a personas de distintos credos como a no creyentes, agnósticos o ateos, se ha extendido por otros países europeos.
Con motivo de esta iniciativa, en España se ha redactado un manifiesto que será leído públicamente en cada una de las convocatorias que se celebren. Este es su contenido íntegro:
Campaña «Compartiendo el Viaje»
Semana de Acción mundial – 17-24 de junio de 2018
MANIFIESTO
Como comunidades de la Iglesia y como creyentes que nos conmovemos a diario ante el drama de las migraciones, nos sentimos interpelados por la llamada del Papa Francisco a “compartir el viaje” en el marco de la campaña global liderada por Cáritas en todo el mundo.
Durante esta Semana de Acción Mundial de la Campaña, queremos ser testigos activos como comunidades acogedoras y fraternas de ese «espíritu de encuentro» al que se nos invita, para reunirnos junto a todos los hermanos que viven entre nosotros en torno a una mesa para dar gracias a Dios y compartir el pan.
Como recuerda Francisco, «cuando somos generosos al acoger una persona y compartimos algo con ella –un poco de pan, un puesto en la casa, nuestro tiempo– no sólo no permanecemos pobres, sino que nos enriquecemos».
Al compartir estos alimentos, una de las necesidades humanas básicas que se niega a millones de seres humanos en todo el mundo y que marca la diferencia entre la vida o la muerte para muchos migrantes, nos situamos sin titubeos al lado de esas personas que son testigos de sufrimiento y dolor, como comprobamos cada día en escenarios como el Mediterráneo, Tarifa, el Tarajal, las vallas o Siria.
Este goteo intolerable de situaciones inhumanas pone en evidencia el fracaso reiterado de unas políticas migratorias miopes centradas en el control de flujos y la externalización de fronteras. Junto a Cáritas y otras entidades de Iglesia, reclamamos un modelo distinto, basado en el respeto de los derechos humanos de las personas en situación de movilidad y la apuesta por políticas de paz y el establecimiento de vías legales y seguras de acceso a nuestros países.
Defendemos la acogida de los migrantes en nuestro país en el marco de un modelo humanitario basado en la protección, la promoción y la integración. Y llamamos a toda la ciudadanía a actuar con generosidad y amplitud de miras a los numerosos desafíos planteados por las migraciones contemporáneas, que quedan patentes en situaciones como la vivida estos días en el buque “Aquarius”.
Urgimos a todos los Gobiernos de la Unión Europea a que asuman desde una óptica humanista los retos y las oportunidades que las migraciones plantean.
Estamos ante un desafío global que trasciende las fronteras de Europa y que no puede ser objeto de transacción política ni de contiendas electorales teñidas de insolidaridad o intereses a corto plazo. La situación de vulnerabilidad de los migrantes afecta a la dignidad y a los derechos de todos nosotros, por lo que es necesario activar una mirada amplia, que incida de raíz en las causas de las migraciones forzadas.
Queremos transformar el reto de las migraciones en oportunidad. Para ello, declaramos nuestra determinación de conjugar y vivir estos cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar.
Acoger para impulsar una gestión ética de las fronteras y erradicar prácticas inhumanas, como las expulsiones sumarias.
Proteger a los migrantes más vulnerables, como son los menores y mujeres víctimas de trata de personas y violencia, y los trabajadores sometidos a situaciones de explotación laboral.
Promover una política de cooperación basada en el impulso de un desarrollo sostenible para todos los pueblos, y en la articulación de vías legales y seguras para que tanto migrantes como refugiados vean preservada su seguridad.
E integrar a los migrantes garantizando el pleno acceso a sus derechos humanos, sea cual sea su situación administrativa, y estimulando una convivencia intercultural basada en valores comunes pero abierta a la riqueza de la diversidad.
Nosotros “compartimos el viaje” y hacemos visible, hoy y aquí, la cultura del encuentro entre los inmigrantes y nuestras comunidades, porque estamos convencidos de que las migraciones son una oportunidad para el desarrollo de los pueblos.