Continúa la escuela de formación social de Cáritas. José Luis Segovia realizó una lectura creyente de la crisis y de la exclusión social.
El aula Minor de la Universidad Pontificia, acogió la segunda ponencia de la escuela, que este año lleva por lema “La Fe que engendra Justicia”. Para esta segunda exposición, contamos con José Luis Segovia, sacerdote de una parroquia del barrio madrileño de Vallecas. Toda la vida ha estado involucrado en cuestiones de marginación, sobre todo relacionadas con el mundo de las drogas, la cárcel o la inmigración irregular. Actualmente es profesor en la facultad de Teología de la UPSA en Madrid.
Mediante cuatro gestos de audacia nos acercó una lectura creyente y comprometida con la situación que estamos viviendo.
Mediante cuatro gestos de audacia nos acercó una lectura creyente y comprometida con la situación que estamos viviendo.
La audacia de conocer
Como decía Kant: “Atrévete a conocer”. Darnos de bruces con la realidad, porque cuando topamos con la realidad, nos transforma. El mundo del sufrimiento, aseguró, le ha cambiado la vida. Como decía Benedicto XVI en Cáritas in Veritate, la propuesta que nos hace es la del buen samaritano: es un corazón que ve, porque conocer a Dios, es practicar la justicia.
Como decía Kant: “Atrévete a conocer”. Darnos de bruces con la realidad, porque cuando topamos con la realidad, nos transforma. El mundo del sufrimiento, aseguró, le ha cambiado la vida. Como decía Benedicto XVI en Cáritas in Veritate, la propuesta que nos hace es la del buen samaritano: es un corazón que ve, porque conocer a Dios, es practicar la justicia.
No podemos vivir la fe, de espaldas al dolor del mundo. Nadie puede ser humano pasando de largo del que está al borde del camino. Los pobres, los excluidos… Son el objeto último en el que nos jugamos la dignidad de personas, el evangelio es una continua convocatoria a encontrarnos con otros.
Tenemos la responsabilidad de ver y conocer. En estos años de bonanza económica hemos creado una sociedad dualizada por completo, en la que hemos creado muchísimas desigualdades. La crisis pone de manifiesto que habíamos puesto en marcha un modelo de desarrollo totalmente insostenible.
La audacia de sufrir con los otros
La audacia de sufrir con los otros
Este desafío nos invita a no quedarnos sólo en la teoría, sino a poner rostros. Necesitamos atrevernos a poner nombres en nuestro corazón. El reconocimiento del otro suele venir de la mano de la compasión y la empatía. El problema de la empatía, es que también se profesionaliza, la empatía es hacer que el otro se sienta bien, pero si no hay corazón se queda en técnicas de comunicación. Hay que ir mucho más allá: es compasión. Cuando nos implicamos y nuestra vida queda afectada, entonces, ejercemos la compasión. Porque somos testigos del cariño de Dios cuando tratamos de acercarnos a las personas, aunque quizás nos quedemos muchas veces en la impotencia.
La caridad auténtica es crear alianzas de complicidad con los excluidos, y hacer de ello nuestra causa. José Luis, resaltó la importancia de escuchar primero, la caridad está en no humillar a quien vive de ella, tenemos que atrevernos a ser compasivos.
La caridad auténtica es crear alianzas de complicidad con los excluidos, y hacer de ello nuestra causa. José Luis, resaltó la importancia de escuchar primero, la caridad está en no humillar a quien vive de ella, tenemos que atrevernos a ser compasivos.
La audacia de disentir, de decir que no.
Si alguien tiene que defender el valor de la verdad es este momento, es la Iglesia. Nos cuesta el cultivo de la dimensión profética, “ante esta situación que estamos viviendo, algo tenemos que decir”, resaltó.
Si alguien tiene que defender el valor de la verdad es este momento, es la Iglesia. Nos cuesta el cultivo de la dimensión profética, “ante esta situación que estamos viviendo, algo tenemos que decir”, resaltó.
La audacia de atrevernos a creer
La protesta sin la propuesta se queda en nada. Es necesario hacer propuestas, aplicar la creatividad a una realidad donde no se ve la salida.
La protesta sin la propuesta se queda en nada. Es necesario hacer propuestas, aplicar la creatividad a una realidad donde no se ve la salida.
¿Qué podemos aportar desde la Iglesia?
– Nuestra oferta de sentido. Abrir nuestros espacios a la gente, nos da raíces, nos orienta… La Fe nos indica nuestro lugar en el mundo.
– Nuestra oferta de sentido. Abrir nuestros espacios a la gente, nos da raíces, nos orienta… La Fe nos indica nuestro lugar en el mundo.
– Ser capaces de inyectar valores. La crisis nos ha pillado en un momento de individualismo atroz. La Iglesia es una fuente de valores donde tenemos que renunciar a los propios derechos legítimos para ser más creíbles.
– Participación. Hay que lograr que los pobres se sientan como en su propia casa, no como usuarios, sino como partícipes.
– Participación. Hay que lograr que los pobres se sientan como en su propia casa, no como usuarios, sino como partícipes.
– Hay que ser capaces de hacer inventos gratuitos, es decir, repensar lo que estábamos haciendo, logrando que la persona se haga protagonista y copartícipe.
En definitiva, el desafío es que las comunidades cristianas sean lugares donde nadie se sienta excluido. Que sean espacios abiertos, comprometidos y en último término, comunidades formadas también por excluidos.