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Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado

16 enero, 2015

Cáritas acompaña a quienes huyen de sus países durante su largo camino hacia la libertad y la dignidad

En el marco de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2015, que se celebra el próximo domingo 18 de enero bajo el lema “Una Iglesia sin fronteras, Madre de todos”, Cáritas Española, como miembro de la Iglesia y dando testimonio de su identidad cristiana y de su misión, expresa su opción por los últimos y no atendidos, allí donde se encuentren, en cualquier lugar del mundo y sin fronteras de ningún tipo.
Esta opción es especialmente activa en el caso de los migrantes y refugiados, de cuyo sufrimiento diario Cáritas es testigo, tanto en los puntos de entrada en nuestro país, como en los lugares de tránsito y de origen donde la red internacional de Cáritas está presente.
Solidaridad con quienes buscan protección y dignidad
Cáritas reitera, en este sentido, el llamamiento que hace unas semanas lazábamos conjuntamente con CONFER, el Secretariado de la Comisión Episcopal de Migraciones y Justicia y Paz para solicitar la retirada inmediata de la disposición sobre las expulsiones sumarias y apelar a la solidaridad de todos con quienes buscan la protección del asilo y el refugio huyendo de conflictos, persecuciones y los efectos de una política de cooperación internacional centrada en un modelo económico de crecimiento que propicia el descarte y la expulsión de los ciudadanos de sus países de origen, y no el desarrollo de sus propias capacidades y experiencias para evitar el abandono de sus comunidades.
Cáritas siente como propias las palabras del Papa Francisco en su mensaje para la Jornada del próximo domingo, en las que recuerda que la solicitud de Jesús “por los más vulnerables y excluidos nos invita a todos a cuidar de las personas más frágiles y a reconocer su rostro sufriente, sobre todo en las víctimas de las nuevas formas de pobreza y esclavitud”.
“Hay que ponerse dentro de la piel del otro –señalan por su parte en su mensaje los obispos de la Comisión de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española– para entender qué esperanzas y deseos le mueven a dejar su tierra, su familia, los lugares conocidos; de qué situaciones busca escapar”. “Clama al cielo constatar las abismales desigualdades entre muchos de los países de origen y los países de destino de los emigrantes. ¿Quién de nosotros no buscaría escapar del hambre, de la persecución o de la guerra, cuando no de la muerte?”, se preguntan los obispos.
Cáritas acompaña a los migrantes durante todo el camino
Las personas que dejan su hogar y su país huyendo de la pobreza, el hambre, la guerra, la violencia en todas sus manifestaciones o la vulneración de los derechos humanos, están en esas “periferias” de las que habla Francisco y, por eso mismo, en el centro de la acción de Cáritas, que las acompaña durante todo su proceso: en sus países de origen, luchando contra las causas que llevan a la migración forzosa; en el camino hacia su destino, donde los emigrantes y refugiados, en ocasiones, se ven amenazados por otras formas de violencia y pobreza o son víctimas de las redes de trata; y en las comunidades de acogida, donde trabajamos por favorecer su integración, evitar su discriminación, paliar sus situaciones de exclusión, y reconstruir junto a ellos su dignidad irrenunciable.
Ese es el caso de muchos de los inmigrantes que llegan a Europa desde todas partes del continente africano –en especial de Senegal, Malí, República Centroafricana, Mauritania, Sudán o República Democrática del Congo–, donde las comunidades se enfrentan a los devastadores efectos de conflictos enquistados, violaciones de los derechos humanos y situaciones de pobreza y hambre causadas por la inseguridad y unas condiciones climáticas cada vez más extremas.
R.D. Congo y el Sahel
En todos estos países trabaja Cáritas Española, apoyando proyectos de construcción de la paz y defensa de los derechos humanos, como en la R.D. del Congo; ofreciendo ayuda de emergencia a los desplazados por los enfrentamientos armados, como en Sudán del Sur; o colaborando en proyectos de derecho a la alimentación o acceso al agua, como en la franja del Sahel, una región expuesta a unas sequías cada vez más frecuentes debido al cambio climático.
Siria e Iraq
Un caso especialmente flagrante es el de Siria, donde 5,6 millones de personas se han visto obligadas a dejar sus hogares a causa de una guerra que ha provocado el mayor desplazamiento forzoso en el planeta. Cada día siguen llegando miles de sirios a los campamentos de refugiados de Jordania, Líbano y Turquía, que ahora también acogen a los iraquíes que huyen del terror desatado por el Estado Islámico en la región. Caritas Española acompaña a estas comunidades a través del apoyo económico a las Cáritas locales, tanto en sus países de origen como en los de destino.
En esta región, Cáritas apoya también dos proyectos de ayuda a víctimas de los conflictos y desplazados en la ciudad siria de Homs y en Iraq. Y también trabajamos en el Líbano y en Jordania, los países que más refugiados reciben. De hecho, el 20 por ciento de la población jordana es refugiada y el 53 por ciento de ella son menores de edad. La Cáritas local está haciendo un excepcional trabajo con estas personas tan vulnerables a través de un plan integral de acogida que va a contar con el compromiso de Cáritas Española y de un proyecto específico para refugiados iraquíes que trata de dar respuestas a las necesidades de una población cada vez mayor.
En Líbano, Cáritas Española trabaja tanto con la Cáritas nacional en su centro de acogida a emigrantes y refugiados, como de forma directa en el campo Ein El Hilweh, donde garantiza ayuda alimentaria y atención médica a los refugiados palestinos que antes de la guerra vivían en Siria y que, en Líbano, carecen de acceso a derechos básicos.
En tránsito en el Magreb
La mayoría de estos refugiados quieren volver a sus casas, pero para otros el futuro pasa por continuar hacia Europa o América. El camino nunca es fácil, ya sea a través del Mediterráneo o del norte de África. Un trayecto en el que los emigrantes y refugiados pueden encontrarse con la misma pobreza o violencia de las que huyen, acosados por el rechazo o las mafias.
En ese camino también está Cáritas Española. Un ejemplo de ello es nuestro apoyo a un importante proyecto que Cáritas Marruecos puso en marcha en el país vecino para mejorar la protección de los derechos de los miles de inmigrantes subsaharianos, que están en territorio marroquí esperando la oportunidad de venir a Europa.
Con todos ellos –personas muy vulnerables, especialmente los niños que llegan solos y las mujeres– Cáritas trabaja en los tres centros de acogida que gestiona en Casablanca, Tánger y Rabat, ofreciéndoles seguimiento psicológico y médico, acompañamiento educativo a los menores y protección a las mujeres. Esta labor se completa con programas de sensibilización de la sociedad marroquí, para evitar la discriminación y exclusión de los refugiados.

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