Como parte de la plataforma, Cáritas Salamanca participó en la vigilia de oración y en la lectura de un manifiesto, que visibiliza y defiende el papel de la mujer.
Este jueves, Cáritas Diocesana de Salamanca ha participado en la ceremonia por el Día Internacional de la Mujer, celebrada a las 20:00 en la Iglesia de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús (C/ Azafranal, 10).
Una actividad de oración y reflexión en comunidad que parte de la plataforma ‘Iglesia por el Trabajo Decente’ (ITD), formada por Cáritas Diocesana, Hermandad Obrera de Acción Católica HOAC, Juventud Estudiante Católica JEC, Conferencia Española de Religiosos CONFER, Pastoral Obrera, Justicia y Paz, y Conferencia Española de Institutos Seculares CEDIS.
Durante la celebración, se ha recordado la situación en la que se encuentran muchas mujeres, “que sufren y lloran las injusticias de un mundo que las discrimina por el hecho de ser mujer, trabajadora y pobre”. Por fortuna, existen las iniciativas “de tantas mujeres que son auténticas protagonistas de cambio social impulsando un mundo más justo”. Además, recordó que el camino hacia la igualdad pasa por suprimir las leyes, costumbres, estructuras y prácticas que generan discriminación de la mujer.
Otro de los puntos fuertes del acto fueron las alusiones a las marchas obreras feministas de 1912 en Estados Unidos, que reclamaban condiciones dignas al grito de “¡Pan y rosas!”. ”. Una lucha, que, en el actual contexto de crisis, de precariedad laboral, de brechas sociales y guerras que afectan a muchas mujeres, cobra especial relevancia.
Al finalizar la Vigilia, los participantes se reunieron a la puerta del templo para la lectura de un manifiesto a cargo de María Elices, coordinadora del Centro de Empleo y Formación ‘Padre Basabe’ de Cáritas Salamanca. De acuerdo con el texto, “las mujeres están más golpeadas por el desempleo, la brecha salarial, la temporalidad, la parcialidad, y su participación en la toma de decisiones de las empresas sigue siendo inferior”. Por ello, la ITD reclama condiciones “que supongan que mujeres y hombres trabajamos en igualdad, dignidad, libertad y seguridad”.
Entre ellas, el reparto equitativo de los cuidados a través de “políticas que respalden la conciliación laboral y medidas que fomenten la igualdad en el hogar y en el trabajo”. Que potencien el bien común, con iguales oportunidades de acceso en el ámbito laboral porque “no solo es ético, sino también económicamente rentable”. O medidas “que fomenten el acceso igualitario a una educación de calidad, sin importar el género, como paso crítico para romper los ciclos de pobreza y desigualdad”.
El manifiesto concluía asegurando que, con el esfuerzo de todos, “podremos alcanzar un futuro donde cada mujer, sin importar su origen o circunstancias, tenga la oportunidad de desarrollarse plenamente y contribuir al bien común”.