En el Espacio verde de diciembre, nuestra voluntaria Esther Sánchez reflexiona sobre el papel del voluntariado en la catástrofe provocada por la DANA en Valencia y otras comunidades. Personas anónimas que son símbolo de esperanza entre el barro, ofreciendo la cara más humana.
“Jamás hasta la fecha, se había producido una movilización de solidaridad espontánea, mayoritariamente formada por jóvenes, impulsada tan solo por el propósito de ayudar. No hubo que llamarles, ni darles instrucciones ni consignas, pero todos sabían a dónde dirigirse; incluso qué herramientas hacían falta para afrontar la mayor tragedia climática a la que España se ha enfrentado.
La imagen de cientos de jóvenes cruzando el puente con cubos y palas en las primeras horas de la tragedia, fue un mensaje de esperanza al grito de “no estáis solos”, que en esos momentos era el que más necesitaban las víctimas.
Un saludo: “nos vemos en las calles” era la consigna de la movilización, el espíritu compartido. Y las víctimas les reclamaban, escribiendo con barro: “necesitamos voluntarios”. Ellos fueron los primeros brazos que pelearon contra el lodo; las caras amigas junto a las que los afectados empezaron a mirar cara a cara la desgracia.
La capacidad de reacción de los voluntarios debería ser incluida como primera pauta a seguir en cualquiera de los “protocolos”, que sin duda se reelaborarán para adaptarse a la certeza de nuevas desgracias naturales.
Esas miles de “manos blancas” generosas fueron capaces de montar en pocas horas puntos informativos, como La Rableta; un centro cultural, que se convirtió en un primer campamento base de los voluntarios. En Tik tok a las pocas horas circulaban detallados manuales con instrucciones para llegar a las zonas afectadas, consejos de equipamientos para evitar riesgos…. Para coordinar a todas estas personas, surgieron plataformas que identificaban a los demandantes de ayuda a nivel real y les asignaban voluntarios.
La plataforma ajudadana.es organizó a los colaboradores usando una herramienta con el nombre de “voluntómetro”, que permitía calcular el estado de necesidad de cada municipio y el número de voluntarios identificados en cada zona. Se trataba de evitar zonas saturadas y áreas desatendidas.
Ayuda Terreta mostraba en un mapa, en tiempo real, las necesidades demandadas y los voluntarios dispuestos a desplazarse. Incluso se podían dar de alta los puntos de recogida de agua, alimentos, etc. Tecnología en manos de los nativos tecnológicos, al servicio de las necesidades en tiempo real.
Los voluntarios han encabezado en esta terrible DANA un movimiento civil con iniciativas ciudadanas desconocidas hasta la fecha. Asociaciones como Caritas y otras ONGs y personas anónimas de todos los puntos de la geografía nacional (incluso del extranjero), se ofrecían para prestar ayuda: vehículos para llegar a las zonas afectadas, electricistas, psicólogos, fisioterapeutas, iniciativas para los más pequeños, médicos y sanitarios, espacios de teletrabajo, apoyo para la tramitación de ayudas, profesores, iniciativas culturales y musicales, donaciones de bicicletas para hacer posible desplazamientos, cocineros que se encargaron de preparar platos calientes para todos los primeros días…..
Valencia, representando al resto de comunidades afectadas, marcará un antes y un después en muchos aspectos, y uno de ellos será la rápida reacción espontánea de una generación con la que personalmente me he reconciliado.
¡Gracias voluntarios!”
Colabora
Cáritas Diocesana de Salamanca
Grupo Undanet