En nuestro Espacio Verde de Junio, Alicia García – participante en 2022 del Proyecto de Voluntariado Internacional en Puyo (Ecuador), impulsado por Cáritas Autonómica de Castilla y León – nos habla de su experiencia de voluntariado en la región amazónica del país desde una perspectiva de ecología integral, que une espiritualidad con el cuidado del medio ambiente y el desarrollo sostenible:
“La espiritualidad nos invita a tener una conexión profunda y respetuosa con la naturaleza, mientras que la ecología integral nos llama a tomar medidas concretas para cuidar el planeta y promover la justicia social. Esta definición me recuerda mucho al concepto quechua de “Sumak Kawsay”, también conocido como “Buen Vivir”. Es un modelo de vida propio de algunas poblaciones indígenas, que se basa en la idea de que el bienestar humano está estrechamente ligado al bienestar de la comunidad y del entorno natural. Se busca alcanzar un equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, reconociendo la importancia de vivir en armonía con el entorno, respetando los ciclos naturales, valorando la diversidad cultural y promoviendo la solidaridad y la reciprocidad. Este modelo de vida enfatiza la satisfacción de las necesidades básicas, tanto materiales como espirituales, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas.
Durante mi experiencia, he identificado diversas prácticas que considero estrechamente relacionadas con este enfoque integral . En primer lugar, destaco la conexión con la naturaleza. El hecho de poder dedicar tiempo a explorar los paisajes locales, realizar caminatas, observar la flora y fauna, y apreciar la belleza natural de la Amazonia ecuatoriana me ha ayudado a reconocer la interconexión entre todos los seres vivos y a tomar conciencia de mi papel en el cuidado responsable del medio ambiente que nos sustenta.
En segundo lugar, menciono las prácticas espirituales. Casi todas las noches, nos reuníamos como equipo para recordar lo que habíamos logrado durante el día, reflexionar sobre nuestras vivencias y expresar agradecimiento. Además, cada uno de nosotros mantenía una libreta donde escribíamos nuestras experiencias. Esto nos permitía conectarnos con nosotros mismos, con los demás y con el entorno. También participábamos en misas, lo cual resultó enriquecedor al experimentar la fe de una manera diferente y significativa. Estas prácticas fomentaron la atención plena y la gratitud por la vida, promoviendo una mayor armonía.
La tercera práctica que destaco es la responsabilidad ecológica. Al encontrarnos en el “pulmón del mundo”, era crucial aprender a amar y cuidar el medio ambiente, garantizando que nuestras acciones como voluntarios fueran respetuosas con el entorno. Al regresar, es importante para mi mantener esa conciencia y amor mediante acciones responsables con el medio ambiente, como evitar el consumo abusivo y ser conscientes del impacto que generamos y las empresas con las que nos relacionamos.
La cuarta práctica se refiere al aprendizaje y la sensibilización. Mi experiencia en Puyo me ha brindado conocimientos sobre la biodiversidad local, los desafíos ambientales y las prácticas de conservación en la región. También he adquirido una comprensión más profunda de las dificultades que enfrentan las comunidades indígenas debido al extractivismo (despojo de sus recursos), además de los efectos negativos del cambio climático.
Por último, destaco la reflexión y la integración. A lo largo de mi experiencia como voluntaria, me tomo tiempo para reflexionar sobre cómo esta vivencia está impactando en mi conexión con la naturaleza, mi visión del mundo y mi sentido de la espiritualidad. Estas reflexiones son fundamentales para integrar lo aprendido en mi vida cotidiana y desarrollar una mayor coherencia entre mis valores y acciones.
Indudablemente, no anticipé que un mes de voluntariado pudiera generar tantas experiencias significativas, especialmente considerando el momento en que coincidió con el final del paro nacional, durante el cual las comunidades habían enfrentado tiempos difíciles. Fue inspirador presenciar su capacidad de resurgimiento y su enfoque colectivo, en lugar del individualismo predominante en nuestra sociedad actual. Cada proyecto en el que participamos nos brindó conocimientos que seguramente aún no hemos asimilado por completo.
En definitiva, el respeto y el cuidado tanto por el medio ambiente como por nuestros semejantes representan la esperanza y, al fin y al cabo, la preservación de la creación.”
Además, destacamos que Alicia, junto con varios de los voluntarios participantes, realizan actividades de sensibilización sobre su experiencia en en centros educativos, encuentros de voluntariado, etc. y han creado una página en Instagram dedicada al proyecto: VOLUNTARIADO INTERNACIONAL. ¡No os la perdáis!