‘Padre Basabe’ es el centro de promoción y empleo de Cáritas Diocesana de Salamanca dedicado a la inserción laboral de los más vulnerables. En sus instalaciones del Paseo de San Antonio, 14 se realiza una intensa labor de información, orientación laboral y acompañamiento, formación laboral a través de diferentes cursos, intermediación (incluyendo convenios de prácticas con empresas) y gestión de ofertas entre otras tareas, para lograr condiciones dignas y un trabajo decente que permita la integración social completa de docenas de personas cada año.
Entre sus formaciones respaldadas por el Programa Operativo de Inclusión Social y Economía Social 2020-2023 (POISES), está el taller del Empleo del hogar. Una formación diferente, dedicada al desarrollo profesional del trabajo en el hogar a través de módulos de limpieza y cocina doméstica, acondicionado de camas, prendas y ropa de hogar; sin olvidar otros aspectos como la legislación laboral del sector, la prevención de riesgos laborales, la sensibilización medioambiental, la alfabetización digital y la igualdad de género y de oportunidades. Sus alumnos reciben una formación flexible y personalizada, adaptada a sus conocimientos y necesidades, que se completa con una prueba práctica. Todo un esfuerzo dirigido a su incorporación laboral dentro del sector de empleadas de hogar.
A través de tres testimonios de mujeres con perfiles muy diferentes, es posible hacerse una idea de lo que implica este taller para aquellos que pasan por el programa. En este caso: Ayarith del Carmen, una joven venezolana sin experiencia previa en el sector llegada recientemente a nuestro país y solicitante de asilo político; Mª Resurrección Gonzalez, una española de mediana edad con experiencia en la limpieza de domicilios particulares, y Mª Engracia Villa, una veterana con 15 años de experiencia en una empresa del sector, otros 4 cuidando a una persona mayor y varios más en casas particulares.
El mercado laboral de las empleadas de hogar es duro, y muchas veces se exige más de lo que corresponde a las horas contratadas o no está muy bien pagado, tal como atestigua Engracia. “Se abusa de las horas y las tareas. Por no perder el trabajo, muchas veces te callas”, afirma. Por el contrario, su compañera Mª Resurrección dice haber tenido siempre una buena experiencia, estando asegurada en las casas donde trabajó y recibiendo un trato justo. Pero en los últimos años su situación se volvió más desesperada. “En las casas en las que he trabajado siempre me trataron bien y me pagaron lo que tenían que pagarme. Pero tuve que dejar de trabajar para cuidar a mi madre, que tenía signos de demencia. Cuando falleció, me vi con 50 años y sin futuro”.
En el caso de Ayarith, había trabajado previamente como dependienta de tiendas en su país. Cuando llegó a España, se acercó a Cáritas para formarse en el curso de Cuidado de Personas Mayores, pero terminó en éste, algo de lo que se alegra. “Las costumbres de limpieza o cocina son muy distintas en España. Por ejemplo, en Venezuela se friega el piso con jabón y cepillo, mientras que aquí se usa la fregona. Todo es muy diferente”.
Para las tres, ahora es más difícil encontrar trabajo. “Hay menos oferta y mucha gente dispuesta a trabajar en malas condiciones”, comenta Engracia. Eso perjudica sus opciones de conseguir un trabajo digno. Su difícil situación las condujo a formarse en Cáritas. “Yo me enteré por mi suegra” dice Ayarith “Ella había hecho un curso y le había ido muy bien, así que en cuanto llegué me animó a que fuera”. “Por mi parte”, comenta Engracia “un compañero del paro me animó, y fue un acierto”. “Yo nunca pensé que tuviera que venir a Cáritas, y me costó dar el paso”, asegura Mª Resurrección. “Al principio vine porque no podía afrontar los gastos de la compra, pero luego me hablaron de las opciones de formación y me apunté”.
Las tres coinciden en el trato cariñoso, respetuoso y comprensivo que recibieron desde el primer momento, además de lo mucho que han aprendido en el curso. Incluso Engracia, la más veterana de ellas. “Hay muchos trucos que yo no sabía de plancha, costura y otras cosas”. “Hemos aprendido muchos trucos que facilitan las tareas, e incluso a hacerlas más rápido”, asegura Ayarith. “Además, es muy completo; desde la limpieza del baño a preparar comidas – yo no sabía nada de cocina española – o cómo hacer las camas, trucos para colgar la ropa… de todo”. Mª Resurrección recuerda una anécdota: “yo tenía los cristales de una habitación totalmente empañados porque los lavaba con amoniaco, y cuando me enseñaron a lavarlos con agua y vinagre…ahora están divinos de la muerte. El vinagre es mano de santo”, dice entre risas.
Todo ello en unas instalaciones acondicionadas, que incluyen la recreación de un domicilio con su salón, cocina, baño y dormitorio, e incluso diferentes tipos de suelo que permiten aplicar distintas técnicas de limpieza, como mopa o aspirador. “Yo no me imaginaba que me fuera a encontrar algo así. Es un espacio muy adecuado para la formación”, afirma Engracia. A Ayarith le sorprendió especialmente el cuarto de baño, “donde nos enseñaron cómo colocar la cortina, o cómo limpiar las rejillas. El set tiene muchos detalles”.
Completada la formación, las tres visualizan un futuro más esperanzador en el que pronto se incorporen al mundo laboral. Como dice Engracia: “Aún queda mucho por cambiar en el sector, pero se van dando pasos”, refiriéndose al Real Decreto-ley del 6 de septiembre de 2022, que por fin reconoce el derecho al paro de las empleadas del hogar. “Yo me veo trabajando”, explica Mª Resurrección. “Pero no en casas, sino cuidando a personas mayores”. Otra labor que, tal como explican, complementa esta formación ya que “al tiempo que cuidas de la persona, mantienes la casa”. Para Ayarith: “este curso nos brinda un aprendizaje que podremos poner en práctica mejor”.
También aprovechan para recomendar la formación. “Si lo tuviera que volver a hacer, volvería”, afirma rotunda Engracia. “A mi me gustaría seguir realizando cursos”, explica Ayarith. “Me gusta aprender de todo, y con el trato que nos han dado, como no querríamos ir”, dice sonriente. “También es por el grupo que somos”, concluye Mª Resurrección. Tres ejemplos que supieron aprovechar la oportunidad que ofrece Cáritas Salamanca de reincorporarse al mercado a través de un sistema formativo eminentemente práctico y adaptado a la realidad actual.