La pandemia del coronavirus ha hecho que seamos más conscientes de la fragilidad y vulnerabilidad humanas. En estos momentos de crisis, las instituciones que integramos “Enlázate por la Justicia” transmitimos nuestro aliento a las familias que han sufrido la pérdida de seres queridos y todas aquellas que aún se encuentran luchando en los hospitales y nos solidarizamos con su dolor. Agradecemos a todos los profesionales y voluntarios que trabajan para salir de esta situación, a los que garantizan los servicios esenciales y a todas las personas que hoy, aún en estado de alarma, permanecen de manera responsable en sus casas.
Nos parecía estar a salvo de todas las noticias negativas: guerras, hambre, catástrofes naturales, incluso las epidemias, las sufrían siempre otras personas gracias a unos medios económicos y técnicos que nos ayudaban a resolver todos los problemas. Tal y como nos ha recordado el Papa recientemente “no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo”.
Esta crisis ha acentuado el valor de la vida humana, estremeciéndonos ante cada cifra de fallecidos y haciéndonos conscientes del cuidado que necesitan aquellas personas que son más vulnerables. Intuimos que un sentimiento de hermanamiento universal ha recorrido todo el planeta y deseamos que este confinamiento temporal haya supuesto un verdadero cambio en nuestras vidas y en nuestra percepción del mundo y que por fin seamos conscientes de que somos una única familia humana conviviendo en un único planeta.
Esta pandemia universal ha hecho que resuene en nosotros con más fuerza que nunca el mensaje de Laudato si´ y de Querida Amazonía “Todo está conectado”: Así como los distintos componentes del planeta –físicos, químicos y biológicos– están relacionados entre sí, también las especies vivas conforman una red que nunca terminamos de reconocer y comprender (LS 138).
Estamos experimentando en esta crisis nuestra fragilidad, interconexión e interdependencia. El sufrimiento que hoy nos afecta a unas personas, mañana afectará a otras y, por ello, también debemos compartir los conocimientos, recursos y medios para reforzar los lazos de cooperación universal que manifiestan la fortaleza de nuestra conexión. El resurgimiento de unos países debe ser esperanza futura para otros si ejercemos la solidaridad.
Vulneración de derechos
Ante nuestros hospitales saturados, podemos experimentar vagamente lo que en otros países se vive a diario: morir de enfermedades por no tener médicos, medicinas o condiciones higiénicas suficientes. Cuando hemos temido no encontrar alimento en los supermercados, hemos podido intuir la situación de otras personas que diariamente no tienen el alimento necesario.
Necesitamos promover el estado de derecho, instituciones eficaces y transparentes y proteger las libertades fundamentales para salir con bien de la crisis del COVID-19. Por eso denunciamos que las medidas adoptadas por los Estados en la atención y contención del virus generan situaciones propicias a los gobiernos para vulnerar derechos y libertades sociales e individuales fundamentales y eludir la necesaria transparencia y rendición de cuentas.
Nos preocupa la gestión de la emergencia en numerosos países para garantizar el confinamiento, que al mismo tiempo está sirviendo para la represión y el control del territorio. Nos preocupa la inseguridad y violación de los derechos humanos de los migrantes sometidos a una mayor contención migratoria y el rechazo provocado por el miedo al contagio, la falta de garantía de una seguridad alimentaria, la falta de control sobre la especulación con los precios de los alimentos básicos y el desabastecimiento, así como la violencia social que provocará la incapacidad del confinamiento de los sectores que necesitan un ingreso diario.
No queremos que nuestra propia experiencia del COVID-19 nos impida mirar y trabajar contra los estragos que la pandemia ya está causando en los países empobrecidos, que viven en “estado de alarma” casi permanente. La crisis del coronavirus pone de manifiesto las desigualdades entre países y hoy más que nunca somos conscientes de que hay cosas que no se pueden someter a la lógica del mercado: el valor de la vida humana, la protección de todo ser humano, la universalidad de la sanidad y el cuidado de las personas más vulnerables y del planeta.
Cooperación y medio ambiente
Desde “Enlázate por la Justicia” no queremos que esta crisis y estado de alarma pongan en segundo plano la Emergencia Climática que vivimos y que se retroceda en los tímidos pasos que gobiernos e instituciones nacionales e internacionales estaban dando para proteger el planeta de su deterioro y su efecto en las personas. Un daño causado, casi siempre, por modos injustos e insostenibles de comprender la economía, el bienestar y el crecimiento.
Debemos seguir apostando por una ecología integral, que entiende la preservación del planeta como parte intrínseca de nuestra condición humana. Necesitamos perseverar en la defensa del planeta y las iniciativas puestas en marcha por la Unión Europea como el Green Deal o a nivel estatal con la próxima Ley de Cambio Climático y Transición Energética.
Tenemos que intensificar nuestros esfuerzos individuales y comunitarios, nacionales e internacionales, para lograr un desarrollo sostenible cuidando no dejar a nadie atrás y perseverar en alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible de la agenda 2030.
Desde “Enlázate por la Justicia” nos unimos al papa Francisco para solicitar a los gobernantes de la Unión Europea y del resto del mundo soluciones creativas ante esta crisis; como la condonación de la Deuda Externa de los países empobrecidos altamente endeudados, el cese de los conflictos armados y del comercio de armas y la propuesta del salario universal .
Las organizaciones que formamos esta alianza y desarrollamos la campaña “Si cuidas el planeta, combates la pobreza”, renovamos nuestro compromiso por trabajar con más ahínco en la justicia universal, en la atención a las personas más vulnerables, en la cooperación mundial, en la defensa de los derechos humanos, en el desarrollo sostenible y en el cuidado de nuestro planeta para afrontar la crisis del sistema que nos ha planteado el Covid-19.