Muchas de las 70 empresas de inserción de Cáritas han reorientado su actividad para apoyar la ayuda a los más vulnerables.
Los 70 proyectos de economía social que la Confederación Cáritas desarrolla en toda España no han sido ajenas a la convulsión laboral que ha provocado el impacto del coronavirus en la actividad empresarial de nuestro país.
1.500 empleos y 36 millones de euros de facturación
En un ambiente hostil como este, muchas de estas iniciativas de inserción —que sostienen más de 1.500 empleos de para personas en riesgo de exclusión social y que en el último año facturaron unos 36 millones de euros— están haciendo todos los esfuerzos para que nadie se quede atrás: en algunos casos manteniendo los empleos y ofreciendo acompañamiento a la plantilla de trabajadores, especialmente a aquellas que peor lo están pasando.
Pero lo más destacable es que muchas de estas empresas han sabido aprovechar las dificultades provocadas por el coronavirus como una oportunidad para mantenerse en pie y reorientar su actividad con objeto de apoyar las respuestas sociales de Caritas a las personas más vulnerables.
Actividad al servicio de la emergencia
Son los muchos ejemplos donde las iniciativas de inserción, de la mano de sus respectivas Cáritas Diocesanas, se han puesto en las últimas semanas al servicio de la sociedad. Así ha sucedido con Ecosol (Girona), empresa con distintas líneas de negocio y que, por ejemplo, reparte habitualmente paquetes de “última milla” en el centro de la ciudad para grandes empresas, ha aprovechado este momento de crisis para adaptar su actividad a la distribución que se realiza desde de los centros de distribución de alimentos; o como han adaptado otra de sus líneas de actividad, la de confección, para elaborar mascarillas y trajes de aislamiento para la población de riesgo y los sanitarios; o la línea de mantenimiento y limpieza, que se está dedicando ahora a tareas de desinfección.
Otros ejemplos es el que aportan, en el ámbito de la ayuda alimentaria, distintas iniciativas dedicadas al cátering, como Lapiko Catering (Bilbao), EH! Laboras (Región de Murcia), Taghba (Córdoba) o Formació i Treball (Barcelona), que han puestos sus cocinas al servicio de las personas en situación de mayor precariedad y están elaborando y repartiendo comida para personas ancianas que viven solas, familias que se han quedado sin ingresos, menores no tutelados, personas en situación de calle o comedores sociales. Son miles las personas que estos días reciben una caja con platos recién cocinados gracias al trabajo de estos proyectos de inserción.
Han sido varias las empresas que, por el contrario, han dejado su actividad habitual para lanzarse a ofrecer respuestas a la pandemia, como sucede con Reciclamoda (Guadalajara), dedicada a la recogida de residuo textil y que en esta situación de emergencia está prestando servicios de elaboración y reparto de alimentos, lavado de ropa de personas sin hogar y desinfección de distintos centros de acogida de mayores, personas sin hogar y familias en exclusión social.
Destacable es también el caso de varias empresas de producción agrícola sostenible, como sucede con Bioalverde (Sevilla), dedicada a la agricultura ecológica, que ha aumentado de forma considerable a lo largo de estas semanas su producción y servicio de venta y entrega a domicilio para atender a familias vulnerables.
Un ejemplo similar es el del proyecto Buscándome las habichuelas (Tenerife), que habitualmente distribuye productos ecológicos frescos a 20 colegios del Norte de Tenerife asociados al Programa de Eco-comedores de Canarias, promovido por el ICCA (Instituto Canario de Calidad Agroalimentaria), y que, debido al cierre de los centros escolares, ha orientado su actividad a la elaboración de eco-cajas cerradas para reparto a domicilio y a apoyar el trabajo de reparto de alimentos a la UMAC (Unidad Móvil de Atención de Calle) de Cáritas Tenerife, que elabora 100 menús semanales calientes para personas sin hogar.
Y Carinsertas, de Cáritas Huesca, colabora estos días con el Ayuntamiento oscense para higienizar los colegios públicos de la ciudad con sus máquinas de ozono.
Liderazgo de los trabajadores
Esta flexibilidad de las iniciativas de economía social de Cáritas no sería posible sin las capacidades y dedicación de sus trabajadores, como es el caso de Santos, que ha pasado de cumplir pena en prisión hace algunos años, a protagonizar dentro de una de estas empresas un servicio esencial a la comunidad y a formar parte de la respuesta social a una crisis sanitaria sin precedentes. Como él mismo explica: «No me da miedo salir cada día a la calle para trabajar, porque me compensa emocionalmente»