Hoy queremos inaugurar una nueva sección dentro de nuestro Espacio Verde, con la columna #ConectA abierta a la reflexión. Cada dos semanas, Carmen Sanchis, voluntaria de Cáritas, presentará artículos centrados en diferentes temáticas tan candentes y preocupantes como el acceso al agua potable, el desperdicio de alimentos o la pobreza generada por el actual modelo energético. Esperamos que sus palabras ayuden a tomar conciencia de estos graves problemas y permitan mejorar nuestra relación con el medio ambiente. Y para cerrar, incluimos una infografía diseñada por “Enlázate por la Justicia” para visualizar la situación que vivimos.
Abrir el grifo y tener agua todos los días resulta rutinario en España. Es un gesto al cual no prestamos atención y se hace a diario en el hogar, en las empresas, en las industrias. Es impensable comenzar el día sin agua. Pero en muchas comunidades alrededor del planeta, un grifo con agua potable, es más que un milagro, un sueño imposible. En la práctica, muchas personas en el mundo viven en comunidades sedientas, carentes de infraestructura para suministrar agua potable y para conseguirla, sus habitantes no tienen otra opción sino salir en su busca. Por ello se desplazan muchos kilómetros cada día, probablemente caminando, para llenar recipientes que luego transportarán al hogar y, el preciado líquido, apenas alcanzará para satisfacer unas pocas necesidades domésticas.
Sin agua la vida se espanta, huye, migra. El acceso al agua ha sido motivo de conflictos, pugnas, guerras. Se estima que la población para 2050 rondará los 11.000 millones y en consecuencia, la demanda por agua crecerá 55%. A pesar de que las Naciones Unidas en 2010 declaró su acceso como un derecho humano esencial, y en su agenda del año 2030, se le ha consagrado en el objetivo 6, haciendo énfasis también en el acceso universal y en el saneamiento. En la actualidad, el agua no llega a todos por igual y ello condena a las personas, junto con sus comunidades, a un drama que resulta difícil de entender para las sociedades desarrolladas.
¿Qué hacemos para ayudar? ¿Cómo preservar los recursos del planeta? Se habla de la responsabilidad de industrias o países, pero cabe preguntarse qué puedo hacer yo, en mi actividad cotidiana, para cuidar la casa común. Anímate a investigar y pon manos a la obra.
El primer gran paso es reducir nuestra huella hídrica. La huella hídrica es un indicador medioambiental que calcula la cantidad de agua dulce que utilizamos los seres humanos, de forma directa o indirecta. Descubre cuánto y cómo la usas. Explora acerca de los recursos hídricos en tu comunidad y promueve la idea de que el agua es un bien de todos. Enrédate con otros que, al igual que tú, quieren hacer algo por mejorar el entorno. Aprovecha las recomendaciones que hacemos en nuestra página web, en la Guía de Ecoparroquias. Y si estás en España, apóyanos con la Ley de la Diligencia Debida. Juntemos nuestras manos y voces, en un esfuerzo coordinado, para darle potencia a nuestras acciones en defensa del agua.
Carmen Sanchis.