Apuesta por un modelo humanitario basado en la protección,
la promoción y la integración de las personas en situación de movilidad
Cáritas, como entidad de la Iglesia que se compromete a diario ante el drama de la movilidad humana como el que ahora vuelve a vivirse en aguas del Mediterráneo a bordo del buque Aquarius, se siente interpelada por una realidad que conmueve a la opinión pública europea.
Cáritas se posiciona sin titubeos al lado de esas personas que son testigos de muerte, sufrimiento y dolor. Las biografías de esas 600 personas que viajan a bordo del barco son similares a las que cada día se viven en escenarios como Tarifa, el Tarajal, las vallas o Siria.
Este goteo intolerable de situaciones inhumanas pone en evidencia el fracaso de unas políticas migratorias orientadas exclusivamente al control de flujos, que Cáritas y otras organizaciones de Iglesia han denunciado reiteradamente y ante las que proponemos un modelo alternativo basado en el respeto de los derechos humanos de las personas en situación de movilidad y el establecimiento de vías seguras de acceso a nuestros países.
Por este motivo, Cáritas reitera su disponibilidad a sumar sus esfuerzos en la eventual acogida de estos migrantes en nuestro país, en el marco de un modelo humanitario basado en la protección, la promoción y la integración a medio y largo plazo.
Asimismo, llama a toda la ciudadanía a actuar con generosidad, diligencia, sabiduría y amplitud de miras a los numerosos desafíos planteados por las migraciones contemporáneas, que quedan tan patentes en el caso de este buque.
Urge, además, a todos los Gobiernos de la Unión Europea a que asuman desde una óptica humanista los retos y las oportunidades que las migraciones plantean, y a que abandonen esa visión que es la que ahora marca las prioridades, como son el control de flujos, la externalización de fronteras o la condicionalidad de la ayuda para el desarrollo.
Se trata de un desafío global que trasciende las fronteras de los países miembros y que, como reto comunitario, no puede ser objeto de transacción política ni de contiendas electorales teñidas de insolidaridad o intereses a corto plazo. Al contrario, el periplo del “Aquarius” afecta a la dignidad y a los derechos de todos nosotros y no solo de quienes viajan a bordo del barco, lo que reclama activar en Europa una mirada a largo plazo, para que incida de raíz en las causas de las migraciones forzadas.
Si de verdad queremos transformar el reto en oportunidad, la respuesta pasa, como propone la campaña lanzada por el papa Francisco en septiembre de 2017, por “compartir el viaje” para promover la cultura del encuentro entre los inmigrantes y las comunidades locales, convencidos de que las migraciones son una oportunidad para el desarrollo de los pueblos.